Todo comienza en una pelea en la que se encuentra Don Carlos, de la que Don Álvaro, conocido hasta entonces como Don Félix de Avendaña, lo salva de una muerte segura.
Después de salvarlo, Don Álvaro es elogiado y considerado como un gran soldado por Don Carlos, quien no sabe que ése mismo hombre fue el causante de la muerte de su padre, el Marqués de Calatrava.
Desde que llegué
a Italia, sólo elogiaros
y prez de España llamaros
por donde quiera escuché.
Y de español tan valiente
anhelaba la amistad.
Tras una batalla, Don Álvaro sale herido y necesita atención médica. Cuando por fin despierta del desmayo descubre que Don Carlos le ha salvado la vida, por lo que Don Álvaro culpa a éste por haberlo hecho sin saber el deseo suyo de morir para dejar de sufrir.
El joven Don Álvaro empieza a despertar del desmayo nombrando al señor Calatrava, padre de Don Carlos, lo que a este deja muy inquietante y dudoso al ya empezar a sospechar sobre la identidad de su supesto amigo Don Féliz de Avendaña.
Al sentir que la vida se le iba, Don Álvaro, bajo el nombre de Don Félix de Avendaña, le pide un favor a Don Carlos que consistía en coger una llave que se encontraba en un bolsillo del atuendo del malherido la cual abría una caja que estaba dentro de la maleta de Don Álvaro. En dicha caja habia una foto de Doña Leonor, con lo que la falsa identidad de Don Álvaro sería descubierta por el hermano de ésta, Don Carlos, que hasta entonces lo consideraba amigo y compañero suyo. Pero éste no descubriría la verdad hasta que su enemigo muriera ya que esa era la condición que le habia dado Don Álvaro: abrir la caja en caso de que muriera.
Al rato, Don Carlos sale de la tienda donde se encontraba Don Álvaro agonizando. Éste se siente en la obligación de no abrir la caja hasta que su supuesto amigo muriera y así preservar su propio honor, pero también siente el deseo de terminar con esa duda que le atormenta: si su defensor, Don Félix de Avendaña es o no el hidalgo que deshonró a su familia intentando huir con su hermana Doña Leonor tras haber matado a su padre, ya que el acusado de esto, al ir despertándose del desmayo, nombra al Marqués de Calatrava entre sueños.
¿Ha de morir...-¡qué rigor!
tan bizarro militar?
Si no lo puedo salvar
será eterno mi dolor,
puesto que él me salvó a mí.
Y desde el momento aquel
que guardó mi vida él,
guardar la suya ofrecí.
(Pausa.)
Nunca vi tanta destreza
en las armas, y jamás
otra persona de más
arrogancia y gentileza.
Pero es hombre singular,
y en el corto tiempo que
le trato rasgos noté
que son dignos de extrañar.
(Pausa.)
¿Y de Calatrava el nombre
por qué así le horrorizó
cuando pronunciarlo oyó?...
¿Qué hallará en él que le asombre?
¡Sabrá que está deshonrado!...
Será un hidalgo andaluz...
¡Cielos!...¡Qué rayo de luz
sobre mí habéis derramado
en este momento!...Sí.
¿Podrá ser éste el traidor,
de mi sangre deshonor,
el que a buscar vine aquí.
Al final, sus dudas pudieron con su honor y Don Carlos abrió la caja, encontrando la foto de su hermana Doña Leonor y descubriendo los engaños de Don Álvaro. Pensó en matarlo. Tras meditarlo con calma, decide esperar a que Don Álvaro se recupere de sus heridas y así combatir en una lucha justa y limpia para poder recuperar su honor al no haber hecho caso de la promesa que le hizo, hasta entonces, a Don Félix de Avendaña.
Mas... ¡ah!..., no me precipite
mi honra, cielos, ofendida.
Guardad a este hombre la vida
para que yo se la quite.
Bibliografía:
Lectura de Don Álvaro o la fuerza del sino, Duque de Rivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario