miércoles, 25 de junio de 2014

Violencia y poder: La paz perpetua. Parte II


Refiriéndonos ahora al poder y al individuo, podemos observar que el Humano, el único personaje sin nombre en la obra, es el que lleva a cabo el discurso moral sobre la necesidad del mal en la última parte del drama, sin haber mencionado palabra ninguna hasta ese momento.

Humano - […] Nos jugamos la seguridad de los trabajadores del K7.. Las vidas de los ciudadanos que hemos jurado proteger. La supervivencia de nuestro mundo. Necesitamos saber que comprender eso, que es todo un mundo lo que defendemos: personas, pero también convicciones, principios. En el puesto que le asignemos, en cada misión, el elegido combatirá no solo por nuestras vidas, sino también por nuestros valores más profundos. Necesitamos estar seguros de eso, frente a lo que todo lo demás- su olfato, su fuerza...- apenas tiene importancia.



Sin embargo, el Humano con su discurso no quiere motivar a los perros sino que sean conscientes de la paradoja que se sobreentiende a la situación que se enfrentan en esta última prueba.

El Humano hace esta última consideración:

Humano -Antes de tomar una decisión, queremos señores, que compartan nuestras dudas. Quizá ese hombre realmente no sepa nada. Y aunque sepa, si lo tocamos, si tocamos a ese hombre, si tocamos a ese hombre desarmado, ¿no justificaremos su tenebrosa visión del mundo? ¿En qué nos distinguiremos de él, si despreciamos la ley? Si ese hombre no tiene derechos, ¿no están también los míos en peligro, los de todos los hombres, la democracia? Luchamos por valores. Sin embargo, personas inocentes pueden estar a punto de morir.

Este discurso hace que John-John se sienta aturdido y necesite una orden clara y concisa para cumplir con su deber de buen perro.

Tras esto, Odín y John-John, arrastrados por el odio pesimista y la necesidad de cumplir órdenes sin diferenciar la malicia de la bondad, intentan atacar al supuesto terrorista, en el momento en que el Humano les dice que paren, debido a que esa prueba era exclusivamente para Enmanuel, ya que fue el único que había demostrado, en las entrevistas que Casius les hacia a cada uno, sentimientos reales hacia un humano y bondad.

Todo lo que buscan los del K7 estaba en Enmanuel: un corazón sabio.


Tanto el Humano como Casius esperan a que Enmanuel reaccione, pero éste expresa lo siguiente:

Enmanuel -Usted lo ha dicho: si tocamos a ese hombre, justificaremos su tenebrosa visión del mundo. Usted lo ha dicho: ¿en qué nos distinguiremos de él, si despreciamos la ley? Si ese hombre no tiene derechos, también los suyos están en peligro. Los de todos los hombre, la democracia. Luchamos por valores.


La acción es terminada con la insistencia de Enmanuel al querer hablar con el supuesto terrorista en vez de atacarlo para así saber si es cierto que tiene información privilegiada y no recurrir a la violencia como única salida. Pero no le es permitido debido a que la violencia acaba con su vida ayudada por Odín y John-John.

La intervención de la autoridad en el caso del hombre prisionero que deben matar uno de los tres perros protagonistas es, de por sí, marcada por un acto violento, pero decide sobre la vida suspendiendo la ley.

Esta obra abre el debate que sitúa al terrorismo como la mayor amenaza para preservar los valores del sistema democrático y, por lo mismo, como lo que nos aleja definitivamente de la posibilidad de disfrutar de la paz utópica soñada por Kant.


Terminamos con una cita del mismo autor, Juan Mayorga:


“Lo que se nos está

proponiendo finalmente es

una revisión de valores que

hasta hace poco parecían

incuestionables. Si La paz

perpetua da que pensar en

torno a todo esto y genera

conversación y controversia,

habrá merecido la pena

escribirla.”




Bibliografía:

Lectura de La paz perpetua, de Juan Mayorga.

Terrorismo y violencia en La paz perpetua (campus virtual) 


ttp://cdn.mcu.es/wp-content/uploads/2012/08/40-LA-PAZ-PERPETUA-07-08.pdf





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